La Crónica. Estación de Penitencia 2016

Estas imágenes son el testimonio de otro año mas en el que Nuestro Padre Jesús de la Salud y su bendita Madre de la Caridad salieron a bendecir y evangelizar cada rincón de Rota. En una noche magnífica, donde los oscuros augurios meteorológicos se habían disipado antes de la Misa que nos prepara y da sentido a nuestra estación de penitencia; a las 8.30 de la noche tres golpes secos en la puerta de nuestra Capilla de la Caridad abrieron las puertas del misterio.

De forma ordenada, rigurosos nazarenos de negro y morado comenzaron a salir ante el respeto y la admiración de los presentes y una nube de incienso entre los ciriales anunciaba la difícil maniobra de capataz y costaleros para sortear el dintel de la puerta de la capilla. El Señor de terciopelo morado sobre lirios morados volvía a acabar con el pecado en la plaza de Andalucía.

Más nazarenos morados y el contrapunto a la seriedad a los pies de la Madre del Amor Hermoso: una nube de niños y niñas que repartían por doquier pequeños recuerdos de nuestros titulares entre caramelos y a la ilusión intacta de los que empiezan. La puerta se hizo grande y el milagro se materializó; el palio en la calle. La «Sacra Conversación» entre fragantes rosas blancas con faroles en la trasera se alejaba por Blas Infante buscando a su Hijo creando una estampa para guardar en el corazón.

Cambio acertado de itinerario y entramos de frente a la Iglesia Mayor Parroquial de Nuestra Señora de la O, sentido rezo ante el Santísimo y continuamos nuestro deambular. Después Prim, Mina, San Roque, Cuesta de San Cayetano y el momento único de Charco a la luz de los cirios y la candelería.

Todo comenzaba a terminar para volver a empezar a las pocas horas cansados pero muy satisfechos de haber podido vivir otro Miércoles Santo vistiendo la túnica, el costal, la corbata negra o el alba blanca del acólito evitando que la zarza se apague.

Que el Señor nos de SALUD para poder acompañarle y que María Santísima de la Caridad nos ayude para no caer en la tentación de ser meros espectadores.

El Hermano Mayor,

Manuel Gallero Caballero